
Los lobos malvados
Buenos días doña Fausta / y su esposo Nicolás
su hijo Francisco Díez / cuando se quiere casar.
De eso estábamos hablando / de aquel inocente hijo
desde el cinco que marchó / y hoy a ocho y no ha venido.
Ya se pasa el día cinco / y domingo que era seis
su padre se decidió / a salir en busca de él.
A la mitad del camino / aquel hombre se detiene
porque veía venir / a lo lejos un jinete.
Era un hombre de acaballo / y de oficio pellejero
el cual preguntó por su hijo / muy alto y muy soberbio.
Y el señor le contestó / hombre no tenga cuidado
el tiempo se le hará a él corto / y a usted se le hará muy largo.
Es un chico muy humilde / y nunca nos ha faltado
llevaba los documentos / para pronto ser casado.
Y el señor le contestó / hombre no tenga cuidado
que usted también habrá sido / en tiempos enamorado.
Era un chico muy humilde / y nunca nos ha faltado
desde el cinco que marchó / ya nos tiene preocupados.
Vuélvase conmigo al pueblo / que a pie no puede usted buscarlo
que en sitios hay mucha nieve / y hasta le cuesta al caballo.
Piqué por primera vez / a mi valiente caballo
y me alejé de aquel sitio / donde estaban los malvados.
Piqué por segunda vez / a mi valiente lucero
y pronto me apresuré / en el lugar del suceso.
De nada sirvió mi auxilio / ya le habían degollado
junto al lado de una encina / allí estaban los zapatos
Y un poquito más adelante / la cabeza goteando.
Qué momentos de angustia / serían para el muchacho
verse preso de los lobos / para así hacerles pedazos.
Vino una niebla cerrada / y la ruta le ha privado
Y acercándose al monte / del camino se ha extraviado.
Informante: Fermina García Carro, 18 de mayo de 1975
El joven marinero
Este era un barco pesquero / que salió con rumbo al mar
salió con buena marea, / con dirección a pescar.
Un joven de catorce años / que entendía bien de mar
le decía a su patrón / hoy vamos a tener vendaval.
El patrón no le hizo caso, / del niño se guaseó
decía que era mentira / todo lo que el niño habló.
Pero el niño no paraba, / no paraba de hablar
volvió a decirle al patrón / hoy vamos a tener vendaval.
El patrón no le hizo caso / del niño se guaseó
volvió la mano derecha / y un guantazo le pegó.
No me pegue usted a mí, / como niño le decía
si mi padre viviera / otra cosa pasaría.
Mi padre era marinero / y en el barco me embarcaba
y en el bote de la luz / para que yo me enseñara.
Y hoy son un gran marinero / aunque no tenga la edad
conozco todas las mareas / que hay dentro de la mar.
Comienzan a caer gotas / y el mar se alborotó
malhaya sea la ola / que al barco le partió.
Diecisiete marineros / y nuestro señor patrón
todos fueron ahogados / y ninguno se salvó.
Cuando el barco ya iba a pique / el niño se echó a nadar
por milagros de la Virgen / a tierras pudo llegar.
Una pareja de costas / que en el rebalaje había
le preguntan al chavea / y estas palabras decía:
Pongan atención señores / a lo que les voy a decir
que el barco se ha perdido /por no guiarse de mí.
Le llevan a la comandancia / para que el niño declare
no sé lo que declararía / que el comandante lloraba.
Y su madre al saber / que su hijo se vino a tierra
“torció” los cinco sentidos / y se le fue la cabeza.
Esta fue a la comandancia / y no la dejaron entrar
al no ver a su hijo por la ventana / cayó al suelo mortal.
Cuando ya quedó enterada / que su hijo se salvó
a nuestra Virgen del Carmen / una misa le ofreció.
Le han dado la Cruz, de paga / y algunos regalos más
y cuando tenga veinte años / le harán práctico del mar.
Informante: Victorino Torre García, 21de noviembre de 1986
El sitio de Zaragoza
En Zaragoza aquel día / hubo un sangriento combate
cayeron muchos heridos / y muertos hubo bastantes. (bis)
No se pueden calcular / los tiros que allí se oían
por las calles y las plazas / y las gentes que corrían. (bis).
Cuando se acabó el combate / también se llegó a saber
que un infeliz matrimonio / había muerto también. (bis)
Ese infeliz matrimonio / ha dejado dos pequeñuelos
el mayor de nueve años / sin más amparo que el cielo. (bis)
Un domingo por la tarde / al pie de una sepultura
estas palabras decían / aquellas dos criaturas. (bis)
Padrecito de mi alma, / madre de mi corazón
desde que ustedes murieron / se acabó nuestra ilusión. (bis)
Cuando ustedes aún vivían / todos bien nos apreciaban
desde que ustedes murieron / nadie nos mira a la cara. (bis)
Como somos pequeñitos / y no sabemos coser
vamos todos destrozados / y descalzos a la vez. (bis)
Las vecinas que nos ven / con la ropa destrozada
y no son para decir / ven, os doy una puntada. (bis)
Todas las mañanas vamos / a por el rancho al cuartel
pero el día que no sobra / nos quedamos sin comer. (bis)
Gracias a algunos soldados / que nos tienen compasión
y nos dan de vez en cuando / algún pan de su ración. (bis)
Así que por eso, padres, / nos quisiéramos morir
por estar a vuestro lado / y acabar ya de sufrir. (bis)
Adiós padre de mi alma, / madre de mi corazón
adiós padres para siempre / adiós para siempre, adiós. (bis)
Informante: Victorino Torre García, 28 de noviembre de 1986
Crimen de Villaroya
(fragmentos)
Era un veintitrés de marzo / un domingo que será
fecha triste y deslumbrante / para este humilde lugar.
Cuando después de comer / salió Purita a llevar
la comida a su hermanito / que era pastor y zagal.
No muy lejos, las ovejas / se veían apacentar
mas por aquellas laderas / un vagabundo procaz
merodeaba a la niña / y ella volvía a rezar.
Corred, vecinos, corred / buscad, vecinos, buscad
a la blanca palomita / la persigue el gavilán.
Corred y buscar ansiosos / Virgen Santa del Pilar
la lengua ya se me traba / y muda puede quedar.
Los vecinos se preguntan / ¿y Purita, dónde está?
Los vecinos asustados / salen todos a buscar
a la niña de trece años / que era buena de verdad.
Porque guapa y humilde / y piadosa de verdad.
…. María Pura Tejero / desde el cielo, donde estás
pide a Dios que me perdone / y de mí tenga piedad.
La justicia en cuyas manos / tampoco tiene piedad
cuando un cura le decía / vamos juntos a rezar.
Informante: Salvador Torre García, 21 de noviembre de 1986
Tema muy característico es el del abandono del novio por amor a otra mujer, como se ha visto en “El crimen de Irán”. La versión de “La venganza de Anastasia” entra de lleno en ese tipo de romances de ciego o de cordel en que la novia defiende su honra vengándose alevosamente del sutil engaño padecido. La virginidad ha sido una consideración pura e intangible. Lo ha venido siendo como “mancha” y quien lo recibía se consideraba una desgraciada para siempre. Y mucho más por ponerla en evidencia. La joven que perdía su virginidad, manchada por otro hombre, era un ultraje en toda la regla que merecía una venganza. Irremisiblemente rozaba lo trágico para el resto de su vida.
La hija vengada
En la farmacia de un pueblo / en la provincia Almería
había una joven sirvienta / que era una monería.
Los mozos se disputaban / por conseguir su amistad
y ella siempre decía / que tenía poca edad.
Su padre estaba con ella / que gozaba de contento
y todo lo que ganaba / era para su alimento.
Pero quiso la desgracia / poner cota a esta pasión
y todo lo que era alegría / en llanto se convirtió.
El dueño de la farmacia / que de ella se enamoró
siempre juraba quererla / con todo su corazón.
Por lo mucho que te quiero / mira lo que voy a hacer
disgustarme con mi novia / y contigo me casaré.
La joven le despreciaba / las palabras del traidor
pero llegó cierto día / en que en sus brazos se hundió.
Ella estaba disgustada / pensando qué había hecho
y la pena y la congoja / no le cabía en su pecho.
Pero llegó un cierto día / en que se sentía ser madre
y se ha descubierto a él / por ver si quería casarse.
El infame le contesta / tú no estás embarazada
tienes el estómago sucio / y necesitas ser purgada.
Yo te daré un purgante / y el dinero que tú quieras
y te marchas a tu casa / hasta que te pongas buena.
La joven se fue a su casa / y el purgante se tomó
y antes de la media hora / se moría de dolor.
Los médicos la visitan / y confirman la verdad
enteran a la justicia / y entregan al criminal.
Ay que hombre tan villano / distinto, tan criminal
que en vez de darle un purgante / le dio un veneno mortal.
Por tanto dice la copla / quien tanto tiene, tanto vale
y al poco tiempo el traidor / ya estaba por la calle.
Todo el barrio lo sentía / la muerte de aquella joven
y su padre de dolor / no duerme, llora y no come.
Todo el pueblo lo sabía / la boda de don Tomás
que se celebró el día, / el día de Navidad.
Veinticuatro de diciembre / la boda en el templo entró
pero detrás de la puerta / llora un viejo con dolor.
Ya salía don Tomás / con su esposa de la mano
y el padre de la Isabel / allí le estaba esperando.
Ya salía de la iglesia / y en el segundo escalón
se ha lanzado a don Tomás, / tres puñaladas le dio.
Así cumplo mi destino / quien mal vive, mal acaba
he matado al asesino / que mató a mi hija adorada.
Le metieron en la cárcel / ya que a su hija vengó
y sin frío ni calentura / a los tres días murió.
Y aquí termina la historia / de este pequeño romance
de la flor deshojada / y la venganza de un padre.
Informante: María García Aguilera, 16 de octubre de 1976
Testimonial resulta también este romance idéntico al de “La venganza de Anastasia”. El desenlace es bastante más trágico, ya que después de haber prometido su amor, después de haber gozado de ella, después de poseerla y dejarla embarazada, no sólo la repudia sino que la envenena para no verse forzado a casarse con ella. Será el padre quien vengue su muerte. En el romance se pone de manifiesto el favoritismo de la clase alta ante la ley, la compra de la libertad con dinero.