QUINTANILLA DE TRES BARRIOS

El pueblo

 

@ltorre     Vista desde el Salegar (año 1988)

 

El enigma de Quintanilla comienza por sus propios orígenes. No disponemos de fuentes documentales que nos induzcan a pensar en la aparición o asentamiento de sus gentes. Ello significa que no conocemos nada en concreto al respecto de su primitivo establecimiento, la estructura, la forma y el tamaño de su casco urbano. Por tanto habrá que basarnos en las hipótesis y suposiciones para recrear lo que fue el contorno de lo que hoy es el pueblo.

Dando por hecho que la ubicación actual fuera la del primitivo origen y suponiendo que el pueblo se estableciera y consolidara en los albores de la edad media no tenemos datos precisos para presuponer las características internas. Es evidente que la fisonomía del pueblo ha ido modificándose a medida que fue evolucionando en el tiempo y en los diferentes procesos de cambios o transformaciones surgidas en  distintas épocas desde su primitivo asentamiento. Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que Quintanilla es un pueblo milenario puesto que existen documentos que lo confirman. Otra cosa es que no dispongamos de pruebas fehacientes que nos faciliten información fidedigna de cuándo se estableció. En este caso lo que nos puede dar una pista es el significado del nombre. Entre otros, Quintanilla quiere decir, lugar que pagaba a sus colonos la quinta parte de los frutos recogidos. Y ello puede inducirnos a pensar que su aparición se remonta a la época romana o visigoda. En cualquier caso sí tenemos constancia de que Quintanilla era un pueblo plenamente asentado en la Edad Media y que iría evolucionando a medida que los cambios se fueran imponiendo.

De lo que aquí vamos a tratar es de la configuración del pueblo desde que tenemos constancia. Tomamos como punto de partida el año 1600 que se sabe de su plena existencia para hacernos una idea de la estructura, forma y arquitectura interna. Quintanilla, por algún documento estudiado, estaba dividida en barrios, el Encimero, el Bajero y el del Medio. El nombre de Quintanilla y el de sus tres barrios es motivo todavía de suposición por las opiniones diversas que existen sobre el tema. El cambio de nombre de Quintanilla de San Esteban, por el de Tres Barrios obedece a la separación como arrabal de la villa sanestebeña, pero confirmar el porqué de la nueva denominación no resulta fácil, cuando a otros pueblos de la zona les sigue colgando el “de San Esteban”. Demos por hecho que el pueblo estuviera dividido en tres demarcaciones pero sólo a efectos de distrito, sin que ello implicase diferenciación alguna entre los tres.

Urbanísticamente Quintanilla estaría configurada por esos tres barrios en los que la estructura de los edificios, que se levantarían de manera anárquica, guardaría la misma forma y funcionalidad. Es de suponer que la primitiva instalación estaría ubicada en la parte suroeste del perímetro actual, zona más resguardada teniendo en cuenta los peligros que acechaban la línea del Duero en la Edad Media, y que con el paso de los siglos se expansionara hacia la parte este. El trazado sería bastante irregular y las casas se hacinarían en un espacio reducido, cuya casco urbano no iría más allá de una veintena de casas y apenas otros edificios para acoger al escaso vecindario. Aquí morarían los primeros pobladores en viviendas típicas construidas con materiales autóctonos, y edificios adaptados a las necesidades más imperiosas. La casa aparecería con una estructura sencilla pero funcional, muy austera pero adaptada a las escasas necesidades. Pequeña, tejadillo y poyo en la puerta, chimenea cónica que coronaría los tejados bajos, y quizá horno destacado. Al margen de las casas pocos edificios más se harían notar, a excepción de alguna construcción singular: iglesia, fragua, palomar... Podemos pensar que ni siquiera hubiera una tienda de abastecimiento, ni una escuela específica, ni otros edificios que aunque imprescindibles no tuvieran cabida en aquellos tiempos. O quizá hubiera uno multiusos en el que se concentrara buena parte de las necesidades más imprescindibles. La casa consistorial es seguro que pudiera tener su propio edificio porque no se entiende un pueblo sin una organización interna y un local en el que dictar normativas y tomar decisiones. Tampoco sería un edificio que destacara sobre los demás.

 

@ltorre      Zona del barrio de abajo

 

Respecto a la iglesia, una fecha de referencia en el alféizar de la puerta nos induce a pensar que podría ser el año de la construcción: 1586, año del que partimos como base para hacer esta hipotética explicación. Sí se tiene constancia junto a la iglesia de haber aparecido restos óseos humanos, lo que hace pensar que el cementerio en algún tiempo estuviera ubicado junto a la iglesia del pueblo. Por lo que se refiere a la ermita, es posible que hacia el año 1600 ya estuviera construida, pero no hay certificación que lo confirme. Sí tenemos noticias, también, de que en el año 1847 se llevó a cabo una reforma por el mal estado en que se encontraba.

Las calles del pueblo debieron guardar la misma simetría y configuración actual, quizá todavía más anárquicas porque es probable que no hubiera normas al respecto que impidieran construir sin restricciones. Quedarían vertebradas por el eje vertical que constituiría la calle principal o Real y más o menos las mismas ramificaciones de calles que salían de ella y que pueden verse en la actualidad. La parte media y encimera del pueblo, al ser más llanas, guardarían una estructura más uniforme, quizá, pero la parte baja estaría condicionada al desnivel existente y se dejaría notar todavía más la deformación de las callejuelas y su estado de tránsito.

El abastecimiento de agua, la fuente, estaría ubicada en el lugar donde la gente de Quintanilla estuvo yendo a buscarla hasta que no hubo agua corriente en las casas. Es decir, en la fuente de la Ermita. Hasta aquí el desplazamiento cotidiano para suministro y dar de beber a las animales.

En definitiva, la evolución del pueblo y de su casco urbano ha estado condicionada por los cambios y en función de las necesidades marcadas por los nuevos hábitos y los condicionantes acaecidos. Ello supone un cambio transcendental en la vivienda, de la que apenas nos quedan prototipos, y de la desaparición de un modo de vida vinculado a unos tiempos de extrema necesidad.